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sábado, 13 de noviembre de 2010


Libres del rechazo
Pastor Miguel Arrázola
Él no te dejará, no importa si el mundo te da la espalda, Jesús siempre estará contigo.
 
Lectura Romanos 8:38-39.
Un famoso investigador hizo un estudio sobre los orfanatos en Latinoamérica e hizo un registro de noventa y siete niños de cierto orfanato en Suramérica, niños de edades comprendidas de tres a seis años. Era un orfanato donde había suficientes fondos para alimentos, servicios y demás gastos pero no alcanzaba para contratar el suficiente personal para que los niños recibieran afecto por medio del contacto físico.
Aunque no había hambre en ese lugar, no había tiempo para hablarle a los niños como una madre lo hace, por lo que los primeros tres meses una gran parte de niños les faltó el apetito, otros tenían una mirada vacía, y a los cinco meses había un deterioro más serio en ellos, tenían rostros torcidos y cuando las enfermeras los alzaban, gritaban aterrorizados. En el primer año, murieron veintisiete niños por falta de contacto, en los siguientes dos años murieron sesenta y los restantes sufrieron serios daños.
El rechazo es una de las armas satánicas más fuertes que el diablo ha puesto en nuestra humanidad; baja la autoestima, las capacidades de la persona. Una persona víctima del rechazo se vuelve posesiva para poder protegerse; si es celosa, no permite que los demás tengan compañerismo con otros y eso hace que haya más rechazo y se aísla.
Cuando uno de los cónyuges comete adulterio, el otro se siente rechazado, menospreciado y eso abre puertas a todo lo que trae consigo el rechazo.
Igual en la orfandad, la muerte de los padres produce rechazo en los niños quienes se sienten culpables de que eso haya sucedido. A veces, hay rechazo cuando el sexo del hijo no es el que los papás querían, el niño siente ese rechazo; otro, es cuando se tiene un hijo muy seguido a otro, para los papás ese niño no llega oportunamente, pues no fue planeado.
El divorcio también hace que las personas sufran consecuencias emocionales terribles: amargura, depresión, aislamiento, hostilidad, rebeldía y a veces, hasta enfermedades mentales. Algunos se comen las uñas, tienen pensamientos de lujuria porque se sienten carentes de afecto. Los mayores presentan esquizofrenia, a veces estallan en ira obstinada, producto de la falta de afecto y del rechazo.
Podemos ser libres de ese espíritu de rechazo y esas heridas. Hay armas en contra del rechazo; no solo los niños se sienten rechazados, sino también nosotros los adultos; como cristianos a veces nos sentimos rechazados por los comentarios de otros, de otras congregaciones, etcétera. Jesús dijo que nos aborrecerían por causa de Su nombre, familiares, amigos, compañeros de trabajo.
Estas son las armas contra el rechazo:
1. El perdón.
2. Echar fuera ese espíritu y sus efectos.
3. Recibir el Amor del Padre Celestial.
José es un ejemplo de una vida en rechazo; cuando su mamá Raquel, quedó embarazada de
Benjamín, murió, por lo que a temprana edad quedó José huérfano de madre, y su padre Jacob lo protegió en amor, lo consintió y lo amó más que al resto de sus hermanos y por ende, era la envidia de sus hermanos, quienes un día se encarnecieron contra él, burlándose y vendiéndolo como esclavo en Egipto, aún siendo hijo del hombre más rico de esa época. José era rico, era nieto de Abraham, e Isaac. Nieto del hijo de la promesa, por lo que seguramente pensaba diariamente que su papá vendría a buscarlo, así le tocara mover cielo y tierra, su papá pagaría su rescate, lo buscaría hasta hallarle, pero como a su papá le fue dicho que él había muerto producto de un animal salvaje, eso nunca sucedió. En Egipto fue esclavo con la esperanza de que su papá lo librara, sufrió una difamación que lo hizo esclavo desde los 18 hasta los 27 años, y hasta dos años después estuvo en prisión, sabiendo que sus hermanos eran los causantes de todos sus problemas, los perdonó y salió de la cárcel para gobernar a Egipto. Si él no hubiera perdonado a sus hermanos no hubiera salido de ahí.
Cuando Dios le dio una esposa a José y un hijo, le puso por nombre al primero Manasés, que significa “el que me hace olvidar”, que le permite a uno perdonar. Manasés es nuestro nuevo nacimiento en Cristo Jesús. La Biblia dice que el que no perdona es entregado a verdugos, por eso Dios cuidó su corazón; por eso cuando sus hermanos llegan diecisiete años después, él les dijo “no teman, porque Dios permitió esto para preservación de ustedes,”. Por ese amor, encontró su propósito. Cuando usted camina en ese propósito, cuando está encarrilado en la visión, todo le ayuda, nada le podrá separar del amor de Dios en Cristo Jesús, a los que son llamados a sus propósitos y hemos sido llamados a sus propósitos.
Esteban, el primer mártir del Evangelio, aún siendo apedreado también pidió perdón por quienes lo herían y pudo ser libre del rechazo. Lo segundo es echar fuera ese espíritu inmundo del rechazo en el Nombre de Jesús, y las consecuencias de ese espíritu también se van. Lo tercero es la medicina del Amor del Padre. La Iglesia no ha encontrado la dimensión del amor del Padre es porque les cuesta entender la relación con nuestro Padre Celestial, producto de las relaciones con su padre terrenal. La religión y la tradición nos tergiversó el concepto de Dios, esos cuadros de las ánimas del purgatorio, con un “Dios castigador”, inalcanzable, todo lo malo que le pasaba a uno era porque Dios lo castigaba, nos intimidaron con eso, por eso acercarnos a Dios cuando uno peca, le da miedo.
Un día me puse a examinar el porqué del Padre Nuestro, que dice primero: “danos el pan de cada día” y luego, “perdón por nuestras ofensas”. Es que no es necesario pedir perdón primero, si la naturaleza de Dios es más de Padre que de Juez; Él es tu Papá Celestial, nuestro Abba Padre.
La otra razón es la relación que tenemos con nuestro padre terrenal. Si tu padre te falló, crees que Dios también, si tu papá cometió injusticia crees que Dios también, o si tienes un papá abusador, o permisivo, crees que Dios también lo será. Lo otro que te hace creer que Dios se apartó de ti, es producto de la maldad del diablo que te hace tener sentimientos de culpa; el diablo es el padre de mentira, que te odia, te aflige y te oprime, pero Dios es Padre de Amor.
Una persona que tenía en su familia un espíritu de enfermedad, al ver a su esposa que moría enferma, votó la Biblia en una chimenea molesto porque creía que era producto de Dios, como los religiosos que nos dicen “acepte lo que Dios envía”. Así como pasó con Jhon Giley, al tirar su Biblia en su chimenea, quedó abierta en Hechos 10:38, donde dice que Jesús es quien sana y que el diablo es el que oprime. La enfermedad es del diablo, pero Dios envío a Jesucristo de Nazaret para sanar a todos. Dios es bueno, pero el diablo sólo viene a matar, robar y destruir.
Nuestro Padre es lo mejor, Él cumple todo lo que promete. Dios nunca falla, cuando suelta una palabra nunca volverá a Él vacía. Aunque mi padre y mi madre me falten, con todo Dios me recogerá.
Si alguien matara a tu hijo, te levantas contra él y lo matas es venganza, pero si lo entregas a prisión es justicia. Y si lo tomas, lo adoptas y le das trato de hijo se llama gracia; eso fue lo que Dios hizo con todos nosotros que aun perdidos en delitos y pecados, nos llevó a lugares celestiales a sentarnos con Cristo. Me lavó con Su Sangre y me vistió con vestiduras celestiales, ese es el Amor de Dios, el Padre me ama.
El está contigo, nada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor Nuestro.
Eres el objeto del amor del Padre, no importa que padre o madre se olvide de ti, Él no te dejará, no importa si el mundo te da la espalda, Jesús siempre estará contigo. Aún cuando Dios disciplina, lo hace por amor y no a través de la enfermedad. Ahora tu vida está segura en Cristo Jesús, arraigado y cimentado en el amor del Padre, aunque padre y madre te dejen, Jehová con todo te recogerá, recibe el amor de Dios que es en Cristo Jesús. (mensaje del pastor Miguel Arrázola La Iglesia Cristiana Familiar Ríos De Vida)

viernes, 12 de noviembre de 2010

No es vuestra la guerra, sino de Dios

2 Crónicas 20:15

“y dijo: Oíd, Judá todo, y vosotros moradores de Jerusalén, y tú, rey Josafat. Jehová os dice así: No temáis ni os amedrentéis delante de esta multitud tan grande, porque no es vuestra la guerra, sino de Dios”.

Es terrible como en momento determinado nuestra vida se puede convertir en un temor constante frente a las circunstancias que nos rodean. No voy a negar tampoco que como humanos que somos, débiles y faltos de fe, tendemos a preocuparnos por todo, mas aun cuando vemos que la guerra que estamos tratando de luchar la estamos perdiendo.

Y es que por los afanes de la vida y el temor humano muchas veces olvidamos que la guerra no es nuestra, que no esta en nosotros la capacidad para vencer o salir derrotados, que nuestras fuerzas no dependen de lo humano ni de lo terrenal, sino que de Dios.

Quizá estas pasando un momento de esos donde vez a una multitud contra ti, en donde todo te esta saliendo mal y donde lejos de salir el sol vez solo nubes muy nubladas y grises. Pero es ahí en esos momentos en donde humanamente no se puede hacer nada o en donde nuestras fuerzas son insignificantes frente al adversario cuando Dios sale a nuestro rescate y nos recuerda lo siguiente: “La guerra no es vuestras, sino mía”.

Y es que ¡Cuidado! Con el que se mete con un hijo de Dios, porque nuestro Padre sale a nuestro auxilio, pues El es nuestro pronto auxilio en la tribulación y quien levanta nuestra cabeza.

Este día Dios quiere decirte: “No temas ni te amedrentes delante de esa multitud”, pueda que tienes detrás de ti una multitud grande de problemas que quieren intimidarte, amedrentarte, robarte la paz y el gozo que Dios ha depositado en tu vida, pero déjame decirte en esta hora que no tiene NADA que temer, porque te tengo una mas que excelente noticia: “LA GUERRA NO ES TUYA”.

Ya deja de pensar como vas a hacer, ya deja de pensar como vencerás, no te quiebres mas la cabeza pensando en las soluciones humanas que pueden haber, por que esta guerra no es humana ni terrenal, sino espiritual porque Jehová de los Ejércitos esta de nuestro lado, ante esto, ¿Por qué temer?

Amados tenemos que comprender que esta guerra no es nuestra, que ahora ya no vivimos en nuestras propias capacidades, sino que nuestras capacidades fueron depositadas delante de Dios para que El haga lo que bien le parezca y frente a esa rendición humana ante la Divinidad de Dios debes estar seguro que tienes todo que ganar y nada que perder, porque hasta el día de hoy Jehová de los Ejércitos no ha perdido una tan sola guerra.

Este es el día en que tu convicción se tiene que fortalecer y descansar en la promesa de Dios para nuestra vida, esta que es: “No es vuestra la Guerra, sino mía”.

Ya no luches mas, solo déjale las cosas al Señor que El tiene mil y una formas de solucionar dicha situación, tu solo confía ciegamente en sus palabras, porque si Dios dijo, entonces Dios hará.

“No temas, la guerra no es tuya, es del Señor, El peleara por ti y vencerá”
Tú peleas por mí


“Más Jehová está conmigo como poderoso gigante; por tanto, los que me persiguen tropezarán, y no prevalecerán; serán avergonzados en gran manera, porque no prosperarán; tendrán perpetua confusión que jamás será olvidada”.

Jeremías 20:11

Hay una hermosa alabanza de adoración que en una de sus estrofas dice: “Tu peleas por mí, yo lo puedo sentir, Poderoso Gigante a mi lado tu estas”. Y mientras la escuchaba y cantaba esa linda adoración Dios traía a mi corazón el sentir de que cuanta verdad encierra esa estrofa.

Y es que en algunos momentos de la vida nos encontramos peleando solos, nosotros contra el mundo. Y es que a pesar de que somos cristianos y nos consideramos hijos de Dios se nos olvida, por el afán de la vida que las pelas no son nuestras, sino del Señor.

Todos pasamos alguna vez y a veces hasta repetidamente por momentos como esos, en donde las circunstancias de la vida nos han llevado a tratar de pelear en nuestras propias fuerzas, a tratar de salir de eso en lo que nos hemos metido, por nuestros propios medios, olvidándonos del que pelea por nosotros.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Aceite Nuevo para la batalla


De nuevo frente a ti, no has cambiado en tamaño, con espada desenvainada sigues resguardando lo que me pertenece, hace tiempo me heriste y dejaste sangrando. Traté de evitar volver a enfrentarte, el solo escuchar tu nombre rasgaba mi alma. Eres el más grande de tu tierra, tu envergadura paraliza a los hombres y el temor de ellos te alimenta.
Me heriste dónde más me ha dolido, con espada ardiente traspasaste mi carne y desde ese día no he sido el mismo. El pensamiento de tener menos de lo que me pertenece se anidó en mi corazón y me acostumbré a temerte. Aquella vez confié en mi fortaleza no en el derecho que me da mi linaje.
Pero esta vez es diferente, siendo tu desgracia que cuando soy más débil se perfecciona más en mí el que me envía a degollarte.
El Rey que me envía me lo ha recordado, él es el más grande; y a más grandes que tú me ha entregado antes en batalla. Hoy vengo frente a ti con hambre de ser redimido y tomar no solamente lo que me pertenece, si no lo que aquella vez tomaste de mí.
El campo de batalla huele a gloria, tu tamaño solamente mide la gloria que daré a mi Rey. El frasco ha sido quebrantado y hoy he sido ungido con nuevo aceite para la batalla.
El sonido del Shofar retumbando en mi espíritu me recuerda quien yo soy, y aumenta el hambre por cortarte la cabeza.
Querido hermano; si al leer estas líneas tu alma ha recordado aquella vez que fuiste derrotado y tu corazón fue traspasado, es porque el Señor tu Dios quiere que seas redimido. Aquel sueño que tanto anhelabas aún te pertenece, aquél gigante que te hirió aún sigue siendo más pequeño que tu Dios. Si el Espíritu Santo hoy ha traspasado tu alma cómo con sonido de Shofar, entonces prepárate para la batalla. El Señor tu Dios hoy te está llamando de nuevo a la batalla, no más en tus fuerzas sino en el poder de Su Espíritu. El Espíritu Santo tiene hambre de gloria y tú eres su instrumento. Date cuenta que no eres el mismo de antes, en este tramo de tu vida que te has sentido débil el Señor se ha perfeccionado en ti. Hoy no se trata más de tu fortaleza sino la de Dios. El haber quebrantado tu frasco ha sido solamente para sacar el mejor aceite. Hay una nueva unción que entregará esta vez la batalla. Si hoy estás dispuesto a enfrentarte de nuevo contra eso que te hirió, has conmigo esta oración:
“Padre, hoy tengo entendimiento que esa derrota que tuve fue para mi bien, hoy entiendo que aquello que mermó mi fe durante un tiempo fue solamente un medio que utilizaste para quebrantar mi frasco y sacar mi mejor aceite. Hoy tengo hambre de gloria, permíteme honrarte por medio de este reto. Hoy recibo esa nueva unción que me ofreces para enfrentar de nuevo esa situación que me dolió. Unge Señor en estos momentos mis manos para la batalla, en el nombre de Cristo Jesús, Amen”

Uno mejor que tú

Uno mejor que tú

por Enrique Monterroza
“Entonces Samuel le dijo: Jehová ha rasgado hoy de ti el reino de Israel, y lo ha dado a un prójimo tuyo mejor que tú”. 1 Samuel 15:28
Cuando Dios te elige para una misión, es porque sabe que tienes las cualidades necesarias para afrontarlas, sin duda Dios ha depositado en ti muchas cualidades las cuales necesitas explotar en pro de la obra del Señor. Lo malo de mucho es que al darse cuenta de las cualidades especiales que Dios ha depositado en ellos comienzan a olvidarse de quien fue el que se las dio y comienza a hacer lo que ellos creen “que es lo correcto”. Recuerda que no siempre lo que tu crees que es lo correcto, lo es para el Señor.
Ahora bien, llega un momento en la vida de Saúl de tremenda humillación, pues la Palabra de Dios dice claramente que antes de la caída, viene la altivez de espíritu. Saúl había desobedecido al Señor y no solo eso, le importaba más quedar bien con el pueblo que con Dios. Cuidado con querer quedar bien con las personas y olvidarte del Señor. Es mejor quedar bien con Dios, aunque todos te menosprecien.

Samuel enviado por Jehová viene a Saúl y le dice unas palabras que desde mi punto de vista son duras para el orgullo humano, ese orgullo que en Saúl había crecido en gran manera y ahora viene Dios por medio de Samuel y le dice: “y lo ha dado a un prójimo tuyo mejor que tú”.

Amigo mío, tu eres importante para la obra de Dios, pero jamás te olvides de a quien le sirves, jamás permitas que tus lindas cualidades empañen tu visión y haga que nazca en ti un orgullo de creer que no hay nadie mejor que tu. Tu eres importante para la obra de Dios, pero no indispensable.
No permitas que se te suban los humos a la cabeza y no te deje pensar correctamente, no permitas que el afán por ser reconocido delante de todos te lleve a desobedecer a Dios.
Yo amo lo que hago, por esa razón no quiero que Dios venga y me diga que por mi mal actuar le ha dado a otro mejor que yo lo que yo tanto amo, como lo es el servicio al Señor.
Si tu amas lo que haces para el Señor, síguelo asiendo con amor, jamás te creas que eres el mejor o que eres el único que puede hacer esto o aquello, recuerda que detrás de ti hay muchos que son mejores que tu, pues Dios no ve lo que nosotros vemos, sino que el ve el corazón humilde y sincero y ese corazón es mejor que cualquier corazón orgulloso y lleno de vanagloria.
Seguramente hay alguien mejor que tú, pero ese privilegio Dios te lo ha dado a ti, así que ¡cuídalo!